La experiencia comienza mucho antes de atravesar las puertas de este centro ayurvédico en Sri Lanka: abandona el tumulto de Kandy para llegar a una bonita carretera arbolada, en medio de una exuberante vegetación. Algunos lugareños cruzan su camino… cada vez más escasos a lo largo de los kilómetros. Al acercarse al centro, empezaréis a percibir el ruido discreto del río que bordea la propiedad.

Al borde de la carretera: una enorme puerta de estilo kandyen. Aquí están, en la entrada, y el propietario les dará una cálida bienvenida y luego les conducirá a su habitación, en un antiguo edificio que domina el río. La habitación, decorada con objetos antiguos, está llena de encanto. Se extiende por un amplio patio, simple, depurado, donde una bonita hamaca os espera, preparada para momentos de lectura… Las escaleras inferiores conducen al río. Un jersey, una toalla, y en pocos minutos tendrán los pies en las turbulentas aguas del río Hulu Ganga.

El programa del día: ¡sin imperativos, a su ritmo! Distintas actividades: bañarse en el río, pasear por los alrededores, tomar una siesta a la sombra del patio… Para los más deportistas, una bonita caminata en medio de las plantaciones de té es posible en la colina vecina. Para los yoguis de todos los niveles, Yumi, la esposa japonesa del propietario organiza sesiones de Hatha yoga en un ‘’Shala’. abierto a la naturaleza. Después del almuerzo, perderse en los pasillos del centro… auténticas piezas de arte kandyianas y artefactos cingaleses marcan su camino, haciendo de cada rincón un descubrimiento.

Al final de la tarde, es la hora de su cita con el médico ayurvédico del centro. Éste determina, al final de una entrevista, su composición doshica y envía una lista de recomendaciones a su masajista. A continuación, llegarán a la sala de masajes, intimista y atípica, donde recibirán una serie de tratamientos personalizados: masaje tradicional, steam bath (tratamiento con vapor de agua), baño de flores… Terminará la sesión con un Shirodasha (vertido continuo de aceite caliente en la frente). El aceite perfumado se esparce en su cráneo, en su cabello: le invade un profundo sentimiento de ligereza.

Al anochecer, llegaréis al restaurante desde su habitación: una mesa muy elegante les espera, iluminada por la luz de una lámpara de aceite. La cena, vegetariana, se compone esencialmente de productos biológicos y locales: mandioca, coco rallado, curry con huevos, calabaza, sambol, papaya, guayaba… el arroz se cultiva en uno de los arrozales al otro lado del río y el agua proviene directamente de una fuente de una montaña cercana. Es el final de un día fuera del tiempo, impregnado de exotismo y de espiritualidad…