En este país que posee una superficie de casi 32.000 kilómetros cuadrados, viven cerca de 97 millones de vietnamitas. La capital de Vietnam es Hanoi, y a menudo es una puerta de entrada al país para los viajeros internacionales. Sin embargo, otras grandes ciudades de Vietnam, como Ho Chi Minh o Da Nang, también acogen aeropuertos internacionales.
Si bien el idioma oficial de Vietnam es el vietnamita, el país tiene 54 etnias diferentes y algunas utilizan un lenguaje propio.
Vietnam es una república, gobernada por un partido único, el Partido Comunista, cuyo régimen político fue definido por la Constitución de 1992. El presidente es elegido por la Asamblea Nacional y su mandato de cinco años es renovable.
En el plano económico, Vietnam goza de un verdadero dinamismo, con un crecimiento sostenido desde hace unos veinte años a raíz de las medidas adoptadas en los años noventa para reincorporarse a la economía de mercado y establecer un capitalismo de Estado. La tasa de pobreza ha disminuido drásticamente, el ingreso medio per cápita ha aumentado considerablemente y la clase media no deja de crecer. Ahora pueden permitirse comprar un vehículo y viajar al extranjero. La tasa de crecimiento económico del país es una de las más altas del mundo.
La economía de Vietnam sigue dependiendo principalmente de la agricultura: el país es el quinto productor mundial de arroz y ocupa el segundo lugar en la producción de café. También ocupa el quinto lugar en la producción de té. El sector industrial es también un pilar de la economía local. El turismo, que ha aumentado en los últimos años, es un sector cada vez más importante para la economía de Vietnam.
Las creencias y religiones en Vietnam son numerosas y conviven juntas: el budismo (la religión mayoritaria), el confucianismo, el taoísmo, el cristianismo, el islamismo, pero también el culto a los antepasados. Aunque algunas de estas religiones le sean familiares, otras pueden parecerle más extrañas.
El confucianismo es más una filosofía, un orden moral, que una religión en el sentido estricto. Sigue los principios de Confucio y preconiza un modelo de virtud individual basado en la benevolencia. La idea es ayudar a forjar un sistema social justo y equilibrado. Por eso, el confucianismo codifica los deberes de cada uno hacia la familia y la sociedad.
El taoísmo se basa en la filosofía del sabio chino Lao-Tseu y aboga por una vida sencilla y contemplativa, basada en los principios del yin y el yang. Las creencias taoístas incluyen muchas divinidades, demonios, espíritus y fuerzas naturales. Se trata de una religión bastante compleja, que ya no se practica como tal, pero cuyos conceptos han alimentado cierto simbolismo, que anima a muchas creencias y supersticiones vietnamitas todavía hoy en día.
Las creencias en Vietnam son a menudo una mezcla de budismo, confucianismo y taoísmo. La vida espiritual de los vietnamitas está moldeada por esta mezcla. Más allá de la religión, los vietnamitas de todas las confesiones practican también el culto de los antepasados, que crea una continuidad entre el mundo de los vivos y el de los muertos. En cada casa hay un altar para honrar a los antepasados, cuya alma sobrevive y protege a sus descendientes. Para ello, la memoria de los antepasados debe perdurar y honrarse en determinadas fechas de cumpleaños. Si el incienso no se quema en los altares para conmemorarlos, las almas están condenadas a vagar eternamente. Por lo tanto, morir sin descendencia es una verdadera maldición para los vietnamitas, porque entonces no tendrán altares. También se hacen ofrendas en eventos importantes para la familia con el fin de traer suerte y felicidad. Estas ofrendas tienen por objeto ofrecer a los muertos el mismo confort que tenían durante su vida terrenal: así se encuentran en los altares objetos a veces sorprendentes: pasteles, latas de cerveza, cigarrillos, dólares falsos, y además reproducciones en papel de motocicletas, teléfonos, ropa, etc.